¡Qué asco de playa! Crónica de unas vacaciones en la costa

Todo un año esperando las vacaciones de verano para irnos una semana, dos o todo el mes a la playa. Cuando va llegando el momento, empezamos a planificar nuestro viaje, hacemos las maletas y nos vamos para la costa a disfrutar de la playita, el Sol y la libertad que tanto ansiábamos en el trabajo. Y cuando llegamos, la playa abarrotada de gente, que queda a gusto de cada uno, los servicios saturados y los precios inflados como globos aerostáticos, que suben con el calor. Todo esto es previsible y dentro de lo que cabe, puede llegar a ser agradable, sobre todo si también buscamos ambiente.

Pero lo peor, lo más intolerable, lo más abominable y asqueroso, es que tengamos que andar esquivando porquería cuando nos queremos dar un baño.

Estas vacaciones he estado en un lugar que, por respeto no voy a mencionar y que no se corresponde con la imagen, pero que ya había visitado en el mes de Mayo. Es un destino típico de costa con mucho turismo veraniego, os podéis hacer la idea. Cuando estuve en Mayo, decidimos volver porque las playas eran estupendas, muy amplias y muy bien conservadas, donde incluso pudimos corretear bancos de peces que se acercaban a escasos metros de la orilla. Además, el sitio es precioso, con naturaleza a pie de playa entre las dos localidades importantes de la zona. Un lugar genial para pasar las vacaciones de verano, dije yo.

Cuando llegamos a principios de Agosto, ¡Sorpresa! Aparte de que estaba abarrotado de gente, que era de esperar, grandes manchas de espuma amarillenta amenazaban con ponerte perdido en cada ola, y más allá, se podía sentir como el cuerpo quedaba impregnado de la gran variedad de aceites, cremas y sustancias varias que los cientos de miles de turistas que allí estaban metían en el agua constantemente. Vasos de plástico, bolsas, etc.; nos acompañaban en cada baño. Vamos, un asco tremendo.

La salud y la calidad de las playas más turísticas de España se ven truncadas cada año por las malas infraestructuras de los desagües que los cientos de hoteles, apartamentos y establecimientos turísticos que encontramos cada pocos kilómetros a lo largo del litoral; por la falta de respeto hacia la naturaleza de los turistas, y un sinfín de razonas que, además de estropearnos en parte las vacaciones a los mismos que usamos esas infraestructuras, causan una elevada contaminación de las playas y del hábitat del lugar cada año. Una verdadera pena, y un problema que si no se soluciona puede conyevar un desastre ecológico y para el turismo. Yo, por lo pronto, no vuelvo más a esas playas en verano.

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