La ciudad de Palermo, capital de la preciosa isla de Sicilia, es una ciudad típica mediterránea con el bullicio arropador de su gente y con un casco antiguo que nos ofrece una infinidad de atractivos y lugares que tenemos que visitar sin falta en un viaje de fin de semana a Palermo.
Con calles dispuestas como un laberinto, estilo árabe-medieval, Palermo nos conduce por rincones con encanto y embrujo, donde vamos encontrando una pr una las maravillas de esta ciudad mítica y muy conocida por las leyendas e historias de la mafia siciliana y de los personajes más míticos tanto en la realidad como en el cine o en la literatura.
Entre los grandes atractivos de Palermo destacan la iglesia de San Juan de los Eremitas, con una arquitectura espectacular romántica con impresionantes cúpulas árabes de color rojo, la plaza Bellini, con todo tipo de bares, restaurantes, terrazas, tabernas y otros establecimientos típicos de Palermo; Taormina, o también conocida como la Saint-Tropez de la montaña, con un imponente teatro grecorromano en la misma costa, un excelente mirador desde donde podremos observar el famoso volcán Etna, y abundantes cafés y restaurantes con impresinantes vistas al mar.
Por otro lado tenemos Siracusa, una de las zonas más curiosas e interesantes de la ciudad, con la Neapolis, el parque arqueológico de Siracusa y el museo arqueológicos, y su centro histórico localizado en la preciosa isla de Ortigia, con lugares tas fascinantes como la fuente Aretusa y las mágicas fachadas de los edificios, muy singulares y características de la isla. Continuando con la visita, Ragusa nos deleita con impresionantes fachadas de palacios y edificios que se agolpan en el monte de Ragusa, y con el maravilloso jardín Ibleo y las 3 iglesias que encontramos en él. Y por supuesto, las zonas Segesta y Selinunte, con un valor arqueológico espectacular, y de Agrigento, a unos km de Palermo, con el famoso valle de los templos y la Vía Atenea, que nos muestra uno de los edificios más importantes a nivel histórico-artístico, la iglesia de Santa María de los Griegos, que se sitúa sobre un templo dórico del siglo V a.C.
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